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Innovación en Latinoamérica: retos y oportunidades

  • Foto del escritor: Liliana López
    Liliana López
  • 22 ago 2024
  • 3 Min. de lectura
Innovación en Latinoamérica
Imagen generada con Inteligencia Artificial.

Hace unos meses me invitaron a participar en un panel el South Summit Brasil 2024. Fue mi primera experiencia internacional como speaker y pues claro, el proceso de preparación a la experiencia fue gratificante y abrumadora a la vez. No es la primera vez que tengo que exponer algo respecto a temáticas de innovación, pero sí fue una experiencia diferente, porque me llevó a la reflexión profunda y desde la innovación es como las matemáticas, abstractas, hermosas y complejas; necesarias y para muchos, tormentosas. Pero ambas son inherentes a la sociedad aunque una, desde hace muy poco tiempo la hemos nombrado como un sujeto de estudio aparte. Otro día hablamos de eso. 


El asunto es que, las matemáticas como la innovación, tiene matices diferentes según el entorno en el que se aplica. Para los financieros su uso está en lograr modelos de gestión de riesgos o valoración de inversiones; para los economistas, su aplicación está en lograr modelación de sistemas de económicos de los mercados; para los físicos, su uso se enfoca más en la descripción o predicción de fenómenos naturales. Hay incluso un meme que me encontré el otro día por la red y que ilustra lo que quiero transmitir. 


Meme de fisicos, prgramadores y matemáticos

La innovación, como las matemáticas son un medio, no un fin. Y por lo tanto, el cómo y para qué importa. Entender esta sutileza en los matices, nos permite aplicar mejor la innovación a los contextos latinoamericanos, para desarrollar un modelo sostenible y ajustado a lo que vivimos como pueblos en desarrollo. 


El contraste de lo que me encontré en Brasil contra el enfoque de lo que me ha tocado observar en México, es que el gobierno de Brasil busca impulsar muchos programas de emprendimiento y cooperación entre start-ups y grandes empresas. En México, el impulso a la innovación suele verse desde el gobierno, casi siempre con una bajada en fondos de desarrollo para la incubación de ideas y capacitación. Creo que algo deben de estar haciendo bien siguiendo este enfoque y debemos copiarles. Según el último reporte de Índice Global de Innovación 2023, Brasil ostenta el primer lugar en innovación en Latinoamérica (y ocupa el lugar 48 a nivel mundial), le sigue Chile (lugar 32 a nivel mundial) y México en tercero (lugar 58). 

El no ser dependientes de una agenda política, el apostar por marcos de desarrollo autónomos, colaborativos y sostenibles que involucren a varias partes interesadas, permite ampliar las capacidades de todas las partes y acelerar beneficios de los proyectos que la innovación toca. 


Observo que en nuestro país, la innovación fluye en círculos muy específicos, donde lograr transversalidad en ecosistemas suele ser un reto. Brasil, ha logrado articular muy bien a gobierno, industria y universidades donde cada uno funge con roles complementarios: las empresas suelen ser incentivadas a poner sobre la mesa soluciones aterrizadas a contextos locales. Por ejemplo, me tocó ver muchas propuestas de profesionalización de empleadas domésticas y financiamiento para sectores de la población que suelen tener problemas para hacerse de créditos bancarios. Las universidades son quienes proveen el capital intelectual para crear innovación. Otro ejemplo es que muchas empresas tienen programas de pasantías o becas con universidades, tanto públicas como privadas, que año con año aportan un número de estudiantes que pueden hacer proyectos o sumarse a grupos de intra-emprendimiento. Finalmente, el gobierno fomenta estas sinergias desde modelos como son: descuentos a las empresas sobre los impuestos que pagan, patrocinar cumbres mundiales que empujan a promover el networking y visibilidad de empresas extranjeras para la inversión y apalancamiento de las iniciativas que se construyen como resultado de estas alianzas. 


Tal modelo de trabajo permite capitalizar las fortalezas de cada entidad además de construir modelos de trabajo que perduran (o al menos son más fuertes), más allá del gobierno en turno. Me parece que el gran logro de Brasil es construir modelos de innovación que -tal vez- no son replicables para otros países, pero funcionan para la realidad que como nación afrontan, y que desde mi parecer nos deben de zumbar las orejas, debido a la similitud con México. Algunas son: brechas de desigualdad social considerables, extensión territorial amplia con mosaicos culturales complejos, pérdida de biodiversidad por malas prácticas ambientales, narcotráfico, población en desventaja de oportunidades, un país dividido por ideologías políticas confrontadas, por mencionar unas.


Brasil está lejos de solucionar todos sus problemas a través de la innovación, pero creo que van más adelantados que México en tal materia. Y es un caso de estudio ,en el que sin duda, tenemos más en común de lo que hemos querido reconocer. Partir de la aspiración, no está mal para trazar una ruta de lo que buscamos convertirnos, pero necesitamos más introspección de quiénes somos, nuestras limitaciones, amenazas y fortalezas para hacer planes realistas de ejecución que habiliten la transformación. Esta vez, no creo que esté mal copiar la tarea.



 
 
 

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